domingo, 24 de octubre de 2010

Orar con los demás, orar por los demás.

¿Qué debe pedirse para los demás?
Jesús nos lo sugiere con su ejemplo y sus palabras.
·       Jesús rezó por los responsables de la Iglesia:
“Simón, he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos”.        (Lucas 22, 32)
·       Ha rogado por los Doce:
“Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos”.             (Juan 17, 9 ss)
·       Ha rogado por nosotros:
“No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí”.   (Juan 17, 20)
·       Ha enseñado a rezar por el crecimiento de la Iglesia:
“Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha”. (Mateo 9, 38)
·       Ha enseñado a rogar también por los enemigos:
“Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores”.            (Mateo 5, 44)
·       Ha rogado en la cruz por sus verdugos:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.                 (Lucas 23, 34)

Los primeros cristianos se empeñaban en rezar unos por otros.

Carta a los Corintios

“Dios nos libró y nos librará... Ustedes también nos ayudarán con su oración”.               
(2 Corintios 1, 11)

Carta a los Efesios

“Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animados por el Espíritu... por todos los hermanos y también por mí”.                                              (Efesios 6, 18)

Carta a los Filipenses

“Yo doy gracias a Dios cada vez que los recuerdo. Siempre y en todas mis oraciones pido con alegría por vosotros”.                                                                                                                 (Filipenses 1, 3-4)

Carta a los Colosenses

“Oramos y pedimos sin cesar por ustedes, para que Dios les haga conocer perfectamente su voluntad”.     (Colosenses 1, 9)

Cartas a los Tesalonicenses

“Oren sin cesar... Hermanos, rueguen también por nosotros”.                                                 (1 Tesalonicenses 5, 17.25)
“Rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado”.              (2 Tesalonicenses 1, 11)
“Hermanos, rueguen por nosotros para que la Palabra del Señor se propague rápidamente”. 
 (2 Tesalonicenses 3, 1)

Uníos en el Espíritu

Si Jesús insiste tanto en la oración por los demás y con los demás, existe también un modo importante de orar unidos aunque estemos lejos y separados. Resuélvanse a orar en unión con una persona querida: háganlo entre esposos, entre prometidos, entre hermanos y hermanas, entre amigos; háganlo como grupo. Mi madre me dejó una enseñanza muy conmovedora: cuando sonaban las tres, hora de la muerte de Cristo, se unía conmigo en oración. Lo hizo durante toda la vida.
En los momentos difíciles me decía: a las tres comienza la oración de mi madre por mí, a las tres presentaré a Dios mi petición. Por toda mi vida ha sido como una mano que me ha guiado y protegido. Apréndanlo también ustedes.

Pocas palabras, mucha oración

No le hagan a Dios discursos largos; cuando lo hacen están casi siempre hablando con ustedes mismos y no con Dios. Siempre debemos tener presente la advertencia de Jesús en contra de la oración palabrera. Dios sólo necesita nuestro silencio y nuestro amor.
La oración por nosotros y por los demás, entre nosotros y con los demás, debe nacer siempre del silencio y del amor. Cuando oren digan pocas palabras; basta decir: ¡Jesús, piedad de mí!, y hasta es suficiente decir sólo ¡Jesús! Lo demás no proviene del maligno, pero proviene de nuestra flaqueza.
Cuando oren digan: ¡Padre! Con eso lo dicen todo; y lo mismo diciendo: ¡Espíritu Santo! ¿Qué más desean añadir? ¿Piensan que Dios necesita que lo informemos?

Fuente:
www.depastoraljuventud.org/matform/.../ficha07.rtf

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